Hoy, día en que Carver cumpliría años, nos parece acertado colgar la reseña de uno de sus libros de relatos más increíble. Esperamos que la disfrutéis.
CATEDRAL
Raymond
Carver
“Se
ha afirmado que el relato es la forma narrativa por excelencia en la literatura
norteamericana actual y que Raymond Carver es el maestro indiscutible en este
registro”. Así reza la sinopsis de Catedral,
un compendio de relatos cortos que muestran, en ocasiones, efectos de la vida
del propio Carver como su adicción al alcohol.
Carver
se consideró el impulsor del llamado realismo sucio, movimiento literario
surgido en Estados Unidos en las décadas de los 70 y 80 que pretendía reducir
la narración a un minimalismo prácticamente extremo.
En
los 12 relatos cortos que componen la obra se reflejan escenas cortas de la
vida cotidiana de la época, de personajes incluso ordinarios (alcohólicos,
depresivos, que han perdido su trabajo, ciegos, separados…) que en la mayoría
de
ocasiones relatan su historia en primera persona, consiguiendo con ello un
mayor realismo. Con un estilo directo, de frases cortas, con pocos adverbios y
adjetivos, Carver consigue fotografiar con claridad cada una de las escenas que
presenta, desarrollando ese realismo sucio, caracterizado precisamente por la
sobriedad, la precisión y la parquedad en palabras descriptivas. Sin embargo,
el contexto, lo que hay y sucede alrededor de los personajes principales de
dichos relatos, es precisamente el que consigue que el lector se haga una
composición exacta de la realidad. No en vano se consideró el padre del
movimiento minimalista.
No
obstante, el título de la obra no sintetiza el total de los relatos que la
componen. Simplemente, el título del último relato es el que se ha usado para
compendiar la obra, lo que, bajo mi punto de vista, provoca una pérdida de atractivo,
sobre todo para los lectores que, en ocasiones, se guían por lo que el título
les evoca.
Plumas, el primer relato, es casi como una
introducción, una invitación a meternos de lleno en la realidad vista desde la
óptica de Carver, pues en casi todos los demás relatos no deja de reflejar
parte de su propia existencia: el alcoholismo (tanto el de su padre como el
suyo) reflejados en La casa de Chef y
Desde donde llamo; manifiesto de la
vida de obreros y gente de clases desfavorecidas como Conservación (que muestra la escena de un personaje que se abandona
a la depresión y la apatía después de perder su trabajo), La brida (en la que se relata la circunstancia nómada de una
familia que no ha tenido suerte en la vida) y Catedral (cuyo protagonista principal es un ciego); incluso en
algunos de los relatos llega a nombrarse la separación, el divorcio y sus
efectos, lo que Carver también vivió en sus propias carnes.
Todo ello, insisto, no
consigue más que aumentar ese realismo extremo que el autor desea alcanzar y,
desde luego logra, ocasionando unos gustos muy opuestos entre sus lectores:
puede gustar mucho o puede no gustar nada el hecho de ser tan directo y
minimalista, contando historias casi marginales.
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