¿Qué le pasa hoy a mamá?


Mamá me ha venido a buscar al cole, como cada día. Pero hoy tiene una cara rara. Tiene los ojos rojos y no se ve tan guapa como siempre, porque ella es muy guapa. Siempre sonríe y hoy no. La he visto desde el final de la cola, porque nos hacen ponernos en fila hasta que nuestros papás vienen a recogernos. Tenemos que estar en silencio, aunque eso es muy difícil, tengo tantas ganas de salir de este sitio que tengo que saltar y reír con mis amigas. La señorita me ha venido a buscar para decirme que mamá ya estaba aquí. Me ha llevado hasta la salida y mamá me ha cogido muy fuerte de la mano y ha tirado de mí para salir casi corriendo de allí. Yo no puedo seguir sus pasos, voy casi volando porque ella corre mucho. Quiero preguntarle qué le pasa, pero la veo tan rara que no me atrevo. Hoy no me ha dado ni un beso, cuando ella siempre me sonríe, me da un beso y la
merienda. ¿Y la merienda? Se habrá olvidado. Con esas prisas que tiene. Pero ya casi no puedo ni respirar y ella sigue andando muy deprisa. Intento pararme y ella me aprieta más la mano, me está haciendo daño de tanto apretar. Quiero que pare, no puedo correr más. Con la otra mano intento soltarme y ella por fin se para. Me mira. Tiene unas arrugas muy grandes en la frente, entre los ojos. Solo se las veo cuando se preocupa por algo o está enfadada. A lo mejor es eso, hoy no me he portado muy bien en clase y la señorita se lo habrá dicho. Por eso está enfadada conmigo. Se para, me pone de cara a ella, se agacha y me dice que tiene que decirnos algo importante a mí y a mi hermano. Pero sigo sin entender por qué tenemos que correr tanto. Y ahora entiendo menos esas arrugas. Si tiene que hablar conmigo y con mi hermano no puede ser que se haya enfadado por lo que le ha dicho la señorita. Será por algo que hemos hecho en casa esta mañana. Pero no recuerdo que nos hayamos peleado ni hayamos destrozado nada. Hoy no. Uf, menos mal, ya queda poco para llegar a casa, ya no puedo más. Mamá todavía corre más, debe de tener muchas ganas de llegar a casa y decirnos lo que nos tenga que decir. Ya. Ya hemos llegado, pero mi hermano aún no. Mamá lo busca por toda la casa, gritándole. Justo cuando está bajando las escaleras entra él por la puerta. Nos coge otra vez muy fuerte de las manos, por lo menos a mí y nos lleva al comedor. Se nos pone delante y con cara muy, muy seria nos explica que abuelita se ha ido al cielo. Yo no entiendo nada, pero mi hermano se pone a llorar. Supongo que el cielo no debe de ser bueno, porque hasta mamá se ha puesto también a llorar. Es la primera vez que la veo llorar. No sé qué le pasa hoy a mamá, yo solo quiero mi merienda y descansar, como cada tarde.

2 comentarios:

  1. Excelente relato. Me trajo a la memoria cuando yo tendría cuatro años y mi madre me vestía para salir, como de paseo, mientras lloraba en silencio. Ni ese día, ni nunca más, pude volver a ver a mi querido abuelo.

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