MI
QUERIDO MIJAEL
Amos
Oz
Editorial
Siruela
Traducción de Raquel
García Lozano
Un
profundo respeto invade al leer una de las primeras novelas de Amos Oz,
escritor israelí, considerado uno de los más importantes escritores
contemporáneos en hebreo, que ha recibido varios premios y persiguió, en varias
ocasiones, el Premio Nobel de Literatura.
Novela
escrita en 1968, se centra en el Jerusalén de los años cincuenta, período que
siguió a la guerra de independencia de Israel que los libró del mandato
británico. Y abarca incluso la crisis de Suez, cuando Israel ataca Egipto con
la ayuda de franceses y británicos, dando lugar a la guerra de los seis días.
De este modo, Oz dota a su novela de un efecto de realidad que cobrará tanto
protagonismo como los propios personajes.
En
cualquier caso, aunque pueda parecerlo, no se trata de una novela política,
sino psicológica. Una novela difícil por la profundidad de los personajes
protagonistas, el
matrimonio Gonen, a pesar de la narrativa llena de lírica y
la prosa de frases cortas y ágiles. La dificultad no estriba en el estilo, sino
en la protagonista, Jana, una estudiante de literatura hebrea que se casa con
Mijael por una simple coincidencia del destino.
Jana
es quien cuenta su historia, sus insatisfacciones, sus delirios, sus fantasías,
sus sueños con todo lo que ello conlleva: el resto de personajes se reflejan en
la historia desde su óptica, desde sus ideales culturales y políticos,
comparándolos con sus propios valores. Amos Oz demuestra, escribiendo la novela
desde la voz de una mujer, una tremenda empatía y sensibilidad con la
complejidad de las mujeres. Muestra a una moderna Madame Bovary, llena de
inquietudes, con un espíritu soñador e insatisfecho que se limita a dejarse
llevar por la cotidianeidad, a pesar de la bomba de relojería que parece
haberse establecido en su interior. Este peligroso conjunto es el que va
distanciando al matrimonio a lo largo de una década, dado que Mijael, su
marido, no es más que un hombre práctico, bondadoso, comprensivo, trabajador… un
hombre nada salvaje ni atrevido, aburrido, contrario a lo que Jana hubiera
deseado. Y a pesar de todo, lo ama. Nos encontramos con personajes llenos de un
mundo interior complejo, y a los que su autor trata de mostrar como iguales,
para conseguir un mínimo de identificación con el lector y tratar de conseguir
así un mayor interés por la obra.
Relatada
por voz de Jana, a modo de diario o carta, el título le viene como anillo al
dedo, pues además del modo en que está redactada, todos los matices de la mente
femenina de Jana, casi como un tópico, se centran en su marido y en lo que
tiene relación con él.
El
resto de personajes que aparecen en la obra no son más que ayudas literarias de
las que Oz hace uso para conseguir esa sorprendente obra filosófica, impregnada
por la visión del mundo desde un prisma tan particular como el de los judíos.
Excepto el hijo del matrimonio Gonen, Yair, que cobra cada vez más importancia
hasta el punto de percatarnos que es a él a quien escribe Jana y no a Mijael,
como podría parecer, dejando un final abierto a posibles ampliaciones de su
propia historia, a pesar del inicio: “Escribo porque todas las personas a las
que amaba han muerto. Escribo porque cuando era niña tenía una gran capacidad
de amar y ahora esa capacidad de amar está muriendo. No quiero morir”. Un gran
prólogo para la profundidad psicológica en la que el lector se va a ver inmerso
sin remedio.
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